Bien es ya conocido y aceptado por todos que el infusor elastomérico llegó a la Atención Primaria para quedarse. Es un dispositivo que nos permite la administración continua o intermitente de medicamentos de forma controlada y por ello vamos a encontrar en él un gran aliado. En numerosas ocasiones la vía oral se ve comprometida y es por ello que recurrimos a otras vías alternativas.
En el ámbito hospitalario la alternativa más habitual a la V.O. es la vía intravenosa pero va a presentar numerosos inconvenientes si queremos trasladarla al domicilio. Por ello vamos a encontrar en la vía subcutánea una alternativa de elección.
Cuando elegimos el uso de la vía subcutánea nos encontraremos con dos variantes, administrar la medicación de manera intermitente a través de una «palomita» o de forma continua mediante un infusor. Siendo ésta última la forma elegida para la administración de fármacos en el ámbito de la Atención Primaria cuando queremos mantener infusión continua.
Existen diferentes dispositivos en función de su marca comercial aunque el funcionamiento siempre será el mismo por lo que lo más importante será conocer el flujo de liberación y su capacidad. Generalmente en Atención Primaria vamos a utilizar infusiones con flujos de 2 ml/h y con una capacidad de 50 o 100 ml.
Partes de un infusor elastomérico
- Carcasa rígida graduada. Existen diferentes capacidades (entre 50 ml y 320 ml de capacidad máxima).
- Depósito del balón o reservorio, normalmente de silicona.
- Lugar de llenado con tapón a rosca.
- Clamp de Robert. Sirve para pinzar una vez que estamos cargando de medicación el infusor hasta su colocación en el paciente o si necesitamos clamparlo en algún momento.
- Línea de perfusión.
- Filtro. Evita el paso de determinadas partículas. Normalmente de un tamaño de 5 micras.
- Restrictor o regulador de flujo. La velocidad del flujo se controla por el restrictor o regulador de flujo, que consiste en un capilar, con una velocidad de flujo fija para cada tipo de infusor (2ml/h, 5 ml/h…. ). Existen también infusores de flujo variable, donde podemos controlar el flujo mediante un selector de flujo.
- Conector tipo Luer-Lock. Conecta a la perfección con palomillas y otros dispositivos de perfusión, tanto venosa como subcutánea.
Indicaciones
- Cuidados paliativos.
- Terapia del dolor.
- Pacientes oncológicos.
- Pacientes con terapia antiinfecciosa.
Fármacos esenciales para administrar por vía subcutánea
De los fármacos seleccionados, midazolam y ketorolaco son de uso hospitalario, por lo que el suministro de estos deberá realizarse a través de los servicios de farmacia hospitalarios.
La gran ventaja de la infusión mediante infusores es la posibilidad de asociar varios fármacos en un mismo infusor; en general, no se recomienda mezclar más de tres fármacos. Los fármacos descritos, a excepción de dexametasona, ketorolaco y furosemida, pueden mezclarse en un mismo infusor sin problemas de precipitación. Cuando estos estén indicados, se utilizará un único infusor para su administración o se administrarán en forma de bolo a través de la «palomita».
Una de las combinaciones más habituales en AP es la de cloruro mórfico, midazolam y butilbromuro de hioscina, utilizada para el control de síntomas en los últimos días de vida aunque es importante destacar que sería un error asociar únicamente el uso de la vía sc a la atención en la agonía. En determinadas situaciones, una vez controlados los síntomas y recuperada la vo, se podrá retirar el infusor.
Seguimiento
Aunque los infusores son desechables y, por lo tanto, de una solo carga, es habitual que se recarguen para un mismo paciente. Dado que el mecanismo de retracción es por la elasticidad, no se recomiendan más de 2-3 recargas. Se revisará el punto de inserción para la detección de problemas locales (edema, enrojecimiento, infección) o salida accidental de la «palomita». Si estos problemas aparecen, se retirará y se colocará en otra zona.
Mientras no aparezcan problemas locales, el punto de inserción y la palomilla se cambiarán cada 5-7 días. Una vez cargado el infusor, no se debe añadir medicación hasta que se vacíe.
Tendremos siempre en cuenta que el uso de infusores no nos va a impedir la utilización de dosis de rescate por lo que bastará con desconectar la conexión del infusor con la alargadera de la «palomita» y administrar la dosis prescrita.
La familia podrá tomar un papel importante, a través de su adiestramiento, cuando se hace necesario el uso de dosis de rescate. Dejaremos siempre jeringuillas precargadas y la recomendación de administar al final una dosis de 0,5 a 1 ml de SSF que garantizará la administración total de la dosis prescrita como rescate.
Infografías
Como aporte final nos apoyaremos en el trabajo incansable de @creativenurse y sus maravillosas infografías.
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